Un saco de
huesos
en la entrada
del portal.
Lo intento,
lo sigo
intentando,
siempre,
y es que no
puedo hacer otra cosa.
Una y otra vez
lo absorbo
todo,
lo echo
y lo vuelvo a
tomar,
con un mínimo
de placer,
con un máximo
de costumbre
y un fondo de
adicción.
Las personas,
las
situaciones
son mis
cigarrillos
y, por eso,
mi vida se
reduce a la inercia.
Odio que sea
tan frío,
tan duro y
desesperanzado,
pero con el
tiempo me he vuelto así.
Creo que tenía
que ser así.
Fue cuando la
esperanza
se burló de mí
y siguió a lo
suyo
como si yo no
existiera.
A veces me lo
pregunto.
Pero sigo
tocando,
tocando dentro
de ellos
para encontrar
algo caliente,
un verdadero
fuego
que me abrase
de una vez por todas.
Pero sigue
habiendo algo que falla,
siempre algo
que falla,
mientras
siguen hablando,
mientras
siguen bebiendo,
mientras
siguen y siguen sin parar,
y yo me pongo
a vomitar
desde lo alto
de un balcón.
Siento ácido y
dolor
y un mareo
cuando trato
de volver para
hacer pie.
El resto del
tiempo,
casi toda la
vida,
siento que
todavía no he nacido,
o que he
nacido a medias
y una parte de
mí
se ha quedado
en otra parte,
por supuesto
no sé dónde.
Extraído del poemario "Fiebres galantes", publicado por Shiboleth. Disponible en:
Foto:
-Invitación mórbida, de Terry Taylor